jueves, diciembre 20, 2012

CARTA ABIERTA

Estamos en el umbral de una fecha que es, sin duda alguna la más significativa de toda nuestra generación, cuando no de dos o tres de ellas. Y es una oportunidad fabulosa para compartirles una reflexión.

Sin importar cual sea tu inclinación espiritual, inclusive si dicha inclinación no se acerca a ninguna de las corrientes espirituales tradicionales u ortodoxas, la gran mayoría de los seres humanos sabe que el 21 de diciembre próximo (mañana) termina el decimotercer ciclo baktún (o cuenta larga) del calendario maya y que tal desenlace, se ha interpretado erróneamente como el ocaso de la civilización tal y como la conocemos.

Sin embargo, tan especial es esta fecha, que resulta una oportunidad magnífica para cultivar una conciencia de unidad, aprender que no estamos aquí para competir, sino que estamos hechos para colaborar, para compartir y para pertenecer. Darnos cuenta de una vez por todas que como establecieron prácticamente todas las grandes tradiciones orientales de la antigüedad:Todos somos uno.

Todos estamos conectados, formamos parte del mismo ente holístico. Hemos vivido generación tras generación bajo un esquema que fomenta la competencia, el odio y el miedo; un esquema que separa. Una visión dualista y egoísta que, paradójicamente lleva a la ignorancia y a la violencia.

Es más sencillo profesar un odio exacerbado a quien no cumple o cumplió con tus expectativas que perdonar y desearle a el o a cualquiera una vida libre de sufrimiento y llena de felicidad. No es casualidad que conozcas tantas personas que sienten un odio peculiar hacia alguien o, en el colmo del absurdo, hacia "algo".

Es culpa del miedo a lo desconocido y en consecuencia a morir, que nos estancamos y no podamos explotar todo nuestro potencial al cien por ciento, y es ese temor el que hace que la violencia que vivimos, sentimos e inclusive repartimos sea lo común entre nosotros.

Estoy seguro que no se va a acabar el mundo en estas fechas; por el contrario, creo que seguirá desarrollándose exponencialmente esta idea holística de que la separación es nociva y de que todas sus formas deben ser erradicadas. Debe sembrarse la semilla de la unidad, todos somo uno y jalamos hacia el mismo lado.

Quizá de esta manera, dentro de algunas generaciones el odio absurdo entre aficionados de equipos antagónicos de fútbol se desvanecerá pues habrá quedado claro que ponerse una playera separa, así como el adjetivo de nacionalidad no será necesario y se considerará absurdo también en cuanto no somos mexicanos, ni chilangos, ni de iztapalapa. Somos uno solo. Y quizá podamos hacer algo para experimentar de manera fehaciente esa unidad.

¿Qué tal uno de los llamados actos espontáneos de amabilidad? ¿Qué tal apoyar alguna causa benéfica? ¿Qué tal un poco de lectura con mayor contenido espiritual? ¿Qué tal hacernos completamente responsables de nuestros actos? ¿Qué tal que cuando vuelvas a agradecer algo, lo hagas con todas las ganas? ¿Quizá ser más agradecido?, ¿más amable? ¿Qué tal la meditación compasiva? ¿Qué tal intentar estar verdaderamente presente a lo largo del día? Podemos hacer muchas cosas para sentir esa unidad.

Y quizá algún día el miedo, el odio, la violencia, la competencia y el sentido de separación dejarán de manejar nuestras vidas y nuestras intenciones y estaremos mucho más cerca de experimentar verdadera felicidad duradera.

Me sentía obligado a ofrecerte algún disco como homenaje por haber aguantado leer hasta acá (leemos tan poco que unos cuantos párrafos son una verdadera proeza en estos días), sin embargo creo que dejaré para otro post la música. Lo que quería compartirte ya lo leíste. Te amo.

Esto va para ti, pero sobre todo para ti.

--Iván--


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un Chingón, gracias por tu Reflexión y los buenos deseos...

Para cambiar al Mundo primero hay que cambiar uno Mismo.

Larga Vida al Rock y a los Amigos...

ci dijo...

Para mi ?????

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