¿Quien lo iba a pensar?
Creo que en mis sueños más violentos había previsto una dupla como la que les presento.
Él, un pequeño de menos de 1.70 metros, líder de una de las bandas más reconocidas a nivel mundial, y unos cuantos proyectos alternos de cierta fama; creador de ritmos, ganchos y modas. Su lugar en la historia de la música y en el salón de la fama de Cleveland está asegurado.
Ella, con una voz muy gentil y virtuosa hasta las pestañas. Canta, escribe, toca varios instrumentos y actúa; hija del gran Ravi Shankar, aunque este atributo es el menos conocido de esta belleza; en su caso, el jazz, el soul y el blues son las armas que blande en busca de la trascendencia.
Entre los dos suman una pléyade de premios y laureles en forma de discos de metales preciosos. Y la lógica más elemental impedía verlos colaborando en un disco. Agua y aceite, hagan ustedes de cuenta.
El infierno se congela: No sólo editan un disco completo, sino que le hacen rindiendo tributo a la música tradicional del sur de Estados Unidos y a un clásico de los Everly Brothers, de ahí el nombre del disco Foreverly.
¿De verdad es tan bueno el disco? Dos o tres canciones con la cadencia del country, otras tantas con ímpetu blusero y las restantes llenas de melancolía redneck que suena como a vieja canción de cuna que quizá no sea del agrado de la mayoría, eso.
Sin embargo, vale la pena escuchar a dos personajes que, haciendo lo que les gusta, les dio por compartir algunas piezas del repertorio que permanecían guardadas en el baúl de los recuerdos.
--I.--
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