43 segundos de una primera pista que augura con éxito el resto del pasaje.
Sabíamos que el próximo material de estudio de Beck Hansen se iba a tratar, básicamente, de una continuación discursiva de aquél bellamente doloroso Sea Change.
Sabíamos que el próximo material de estudio de Beck Hansen se iba a tratar, básicamente, de una continuación discursiva de aquél bellamente doloroso Sea Change.
Y bueno, con ese antecedente acabo de escucharlo y debo decir que no se equivocaron; si bien es cierto las letras se alejan un poco del dolor que adornaba el Sea Change, el estilo musical presenta los mismos matices acústicos y ecos vocales, propios de cuentos de hadas, que imprimen una atmósfera serena y casi onírica a buena parte del disco. Genialidades de Beck en su faceta de productor: eligió a prácticamente los mismos artistas que colaboraron a hacer aquél disco en el lejano 2002.
Pop que se acerca peligrosamente al progresivo. Notas y melodías que se alargan hasta extremos peligrosos, canciones donde el coro no se aprecia con facilidad y donde la voz multiplicada en una especie de "pared de sonido" de este virtuoso, se advierte dueña de toda la situación y de todas las canciones.
Morning Phase se llama esta joya que esperábamos desde hace tiempo.
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--I.--