La única constante es el cambio, dice el adagio taoísta; incluso este cuchitril puede dar un pequeño testimonio de las enseñanzas que deja una década. Muchas cosas cambian en 10 años: la ciudad; la gente; nuestro círculo; nosotros mismos. Aprendemos que aunque queramos escribir un texto lleno de odio por toda la bola de ojetes y mentirosos que te encuentras en tu camino, a veces es mejor agradecer y dejarlo ir. Por ahora.
Uno madura. Aunque sea un poco.
Así imagino que los Libertines se metieron al estudio de grabación para crear su tercer material: menos enojados con el sistema y con Londres. Menos gritones y un poco más entonados, si se me permite el término.
Este disco prescinde de los guitarrazos enardecidos; de la ira que se aprecia en el grito que precede Up The Bracket; del encono con que declara how I cherish you, my love, de los súbitos inicios y desenlaces. Quizá porque Mick Jones no fue convocado para producirlo o porque el disco se concibió en Tailandia.
El último disco fue editado hace poco más de 11 años, mismos en los que estos londinenses pasaron de gritarte para que entendieras, a cantarte melodías que son, como su nombre lo indica: himnos para una juventud condenada. Una década más sabios.
Este espacio está a muy poco de cumplir ua década y hasta hace unos meses, la posibilidad de compartir un nuevo material de los Libertines parecía no sólo remota, sino verdaderamente nula. Qué agradecido estoy.
DROPBOX - MEDIAFIRE |
--I.--
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