Ya sabíamos que se iba a llamar así. Lo que no sabíamos (cuando menos yo) es que no iba a sonar como a Los Fabulosos Cadillacs y que podría ser fácilmente confundido con un disco de Vicentico, de esos que suele sacar que no son tan buenos. O lo que es lo mismo: Sergio Rotman se aburrió un poco.
Aunado a lo anterior, la banda ha decidido incluir de planta al hijo de Vicentico y al de Cianciarulo, soporíferos absolutos cuando tocaron en los (muchos) conciertos que dio la banda en México después del hiato al que se sometió (yo me acuerdo). No me sorprendería enterarme que estas dos nuevas adquisiciones tuvieron que ver en el resultado que están por escuchar.
Y así se va el disco: poca esencia, pocos vientos y metales; mucho experimento, mucho Vicentico. Dice la reseña que se trata de una obra en tres actos. Lo que nos faltaba: un álbum conceptual. No muy entretenido, si he de ser sincero. Vaya: si no fuera el nuevo material de Los Fabulosos Cadillacs y no me lo hubieran pedido ya con insistencia, no se los hubiera compartido.
Se salvan dos o tres canciones, como en la mayoría de materiales de los que se espera un beneficio económico, pero ese premio se lo doy a los productores más que al trabajo de la banda.
Se salvan dos o tres canciones, como en la mayoría de materiales de los que se espera un beneficio económico, pero ese premio se lo doy a los productores más que al trabajo de la banda.
Aquí lo tienen, bajo su propio riesgo, desde luego.
--I.--
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