Gitanerías

Sabemos muy poco de los gitanos: Su nombre surge de "egiptanos" pues se creía que venían de Egipto; hay quién cree que en realidad son los restos de una de las 12 tribus de Israel, lo que podría explicar un poco su condición de etnia nómada moderna; sufren de discriminación pues no son de ningún lado y se han formulado cualquier cantidad de mitos a su alrededor, quizá como consecuencia de ese aparente nomadismo y su presencia en casi cualquier parte del mundo. Los verdaderos ciudadanos del mundo.

Lo cierto es que su condición de peregrinos globales no ha sido obstáculo para que esta gente proyecte en el arte su sentido de pertenencia, unidad e identificación. La danza y la música como una huella digital gitana inconfundible, que no necesita un territorio determinado por fronteras y por la clase política para su expresión.

La música creada por los gitanos es conocida en todo el mundo: el Flamenco es un ejemplo, aunque mis melodías consentidas provienen del Gypsy Jazz (llamado también Jazz Manouche, principalmente en Francia) y del área de los balcanes, con su asombroso y misterioso parecido con los ritmos regionales norteños mexicanos.

Dentro de esta constelación de ritmos bohemios (este término, al igual que miles que tu y yo utilizamos con frecuencia, es de origen gitano), aparece el Gypsy Punk, que no solamente tiene lo cíngaro en el nombre, sino en el ADN y se trata de un término que cobró relevancia gracias a este grupo que ahora les comparto

Gogol Bordello, neoyorkinos con profundas raíces gitanas y su nuevo disco Pura Vida Conspiracy.

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